¿Qué características debe tener un Centro Educativo del siglo XXI?



Comienzo haciendo/me algunas preguntas que ayudan a pensar...



¿Cómo transformar las escuelas teniendo en cuenta las necesidades de alumnos, docentes, directivos, familias? 
¿Cómo asegurar un sistema educativo inclusivo?


Vayamos a la definición de la UNESCO: la educación inclusiva podría definirse como un proceso orientado a abordar y responder la diversidad de las necesidades de todo el alumnado a través de una mayor participación en el aprendizaje. 
Por su parte, ya en el año 1994, la Declaración de Salamanca de principios, política y práctica para las necesidades educativas especiales – organizada por el gobierno español en cooperación con la UNESCO y en la que participaron 92 países - instó a la comunidad internacional a concretar los objetivos de una educación para todos, señalando que la escuela común representa el medio más eficaz para combatir las actitudes discriminatorias, crear comunidades que incluyan a todos y contribuir al éxito de la enseñanza.
... somos testigos de una serie de cambios profundos y una necesidad del sistema educativo de brindar respuestas apropiadas a los alumnos y alumnas, a las familias, a los docentes, a los directivos y a las autoridades de cada distrito o jurisdicción.
Daniel Valdéz: Doctor en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid.
Director Diplomatura Nec. Educativas y Prácticas Inclusivas en TEA. FLACSO.
 Profesor UBA.

Los centros educativos deben garantizar la inclusión
Coral Elizondo (Zaragoza, 1965) profesora universitaria que dirige el Centro Aragonés de Recursos para la Educación Inclusiva (CAREI), ella se autodefine como una "activista de la educación inclusiva".


Y vuelvo a Valdéz: Se trata de poner a disposición los “ajustes razonables” para que las escuelas sean habitables para toda la comunidad. No basta con declarar los derechos de las personas con discapacidad sino de asegurar su pleno cumplimiento, brindando los dispositivos de apoyo necesarios para cada sujeto.
Para responder sobre qué características debe tener un centro educativo del siglo XXI, primero deberíamos pensar en un cambio de mirada, esta nueva mirada parte de una concepción humanista de la educación y que habla de derechos humanos y de justicia social.

El cambio de mirada que se propone  es una invitación a reflexionar sobre la verdadera inclusión, la que provoca que el niño se sienta parte y que pertenece a un grupo, y para esto hay que flexibilizar el contexto donde el niño aprende: el aula... la escuela.



Este modelo de inclusión es social y tiene puesta la mirada en lo que el niño puede hacer, en sus fortalezas. En la inclusión, todos los alumnos participan, sin distinción, en igualdad de oportunidades. Como dijeron muchos autores "no solo hay que aceptar la diversidad, sino también hay que festejarla", porque valorar las capacidades y aceptar las diferencias es la base de la equidad y de la justicia social, pilar de los derechos humanos, y a esto debemos apuntar si queremos una niñez feliz y con un futuro digno.

Trabajar en y con la inclusión es un aprendizaje muy valioso para todos los actores que forman parte del sistema educativo: niños, grupos, docentes, equipo directivo, familia, sociedad y comunidad en general. En esto todos estamos incluidos. En el cambio de mirada ya no hablamos de personas discapacitadas sino de contextos discapacitantes, y aceptar la diversidad (nueva mirada) implica trabajar en "barrer" esas barreras  y dar paso a una educación que no deje "fuera de cobertura" a los alumnos más vulnerables y por consiguiente con menos oportunidades.

La inclusión diluye los límites entre lo que yo, como docente, entiendo por normalidad y anormalidad... por eso es importante un cambio de mirada en el docente, en la sociedad y un cambio trascendental en los centros educativos. Coral Elizondo

Sin embargo, por lo menos en lo que se refiere a nuestro país, sigue faltando información y formación docente. Muchos maestros, directivos y en general el sistema educativo tienen una gran deuda con la inclusión.

Es necesario reflexionar al respecto e involucrarse en el proceso de cambio de paradigma: el modelo de la simplicidad va perdiendo sentido para ir dando paso al de la complejidad, en donde el modelo bio-bio-bio (Dr. Roberto Rosler) tiene que darle paso al modelo bio-psico-socio cultural, mas teniendo en cuenta como contexto a una sociedad que ha implantado una escolaridad obligatoria.


La idea de la Neurodiversidad es establecer un cambio de paradigma en la escuela: en lugar de ver a los alumnos con problemas de aprendizaje sufriendo de un déficit, sugiere que hablemos de sus fortalezas.


Un centro educativo en el siglo XXI debe ser garante de la inclusión, debe ser un centro acogedor y seguro para todo el alumnado, un centro abierto a la comunidad, un centro que elimina las barreras que impiden al alumnado ser y estar, un centro que tiene como seña de identidad la autodeterminación de todo el alumnado, favoreciendo su autonomía y su autorregulación y permitiendo desarrollar siempre sus capacidades, sus talentos y su creatividad. Un centro que acompaña a cada estudiante en su propio proyecto de vida y lo empodera siempre.

El DUA (Diseño Universal de Aprendizaje) es un sistema de apoyo que favorece la eliminación de barreras físicas, sensoriales, afectivas y cognitivas para el acceso, aprendizaje y la participación de la población estudiantil. Esta nueva concepción de la accesibilidad es entendida como una condición imprescindible para garantizar la igualdad de oportunidades en el aula. 



El DUA comienza a desplegar de a poco sus alas, pero aún hay desconocimiento, falta de información y de formación. Las claves para iniciarse en este diseño:



Establecer una meta u objetivo, pensando en todos los estudiantes. “Nosotros al planificar las clases en el DUA comenzamos siempre por el objetivo, asegurándonos que sea claro y riguroso”, dice. Pone énfasis en que “todos los estudiantes pueden llegar al mismo objetivo, no tenemos un objetivo para los que son más inteligentes y otro para aquellos a los que les cuesta más”. Y dichas metas deben ser flexibles y no incluir las formas en que se deben lograr.

Evaluación: reflexionar sobre cómo vamos a saber si el estudiante aprendió o no. Una vez formulado el objetivo, hay que pensar cómo saber si el estudiante ha logrado el objetivo, qué es lo que tienen que ser capaces de hacer para mostrar que han aprendido lo que uno quiere que aprendan.

Definir los métodos y materiales, que pueden ser diversos. “Revisamos las pautas del DUA para asegurarnos que estamos dando distintas opciones de métodos y materiales de apoyo para superar cualquier barrera del aprendizaje que hayamos anticipado”, dice la experta.
Implementar la clase.

Evaluación: observamos la evaluación que hicimos al final para ver cómo se desempeñaron los estudiantes. Diseñamos un nuevo objetivo, para una nueva clase, basándonos en lo que aprendieron los estudiantes y lo que les falta por aprender.



El DUA es un reto actual al que nos enfrentamos los docentes: provocar un espacio flexible que permita las interacciones y posibilite el aprendizaje para todos, que promueva la autonomía y que sea un espacio acogedor... bueno, realmente el siglo XXI nos encuentra sumidos en un gran desafío.
Es evidente que esta propuesta precisa de un profundo cambio de mentalidad y valores que exceden a la escuela y que interpelan a toda la sociedad.

Sin embargo, no todo lo que reluce es oro y la exclusión escolar aún parece seguir, por lo menos en algunas escuelas, "vivita y coleando". Si hablamos por ejemplo de los niños con síndrome de Asperger, según la Asociación Nacional de Autismo del Reino Unido (pionera en este tema) éstos tienen 20 veces más probabilidades de ser excluidos de la escuela común que sus pares. La tendencia a la patologización y estigmatización que conlleva a rótulos, aún permanece en el discurso de muchos docentes y directivos.

En este tema de las etiquetas podemos mencionar el trabajo de Norma Filidoro, experta en educación inclusiva,    que nos habla del pensamiento sindrómico:  es aquel a partir del cual se produce esa operación de nombrar al otro de manera de dejarlo captado en una imagen y una práctica social.

Ni el tiempo, ni las palabras, ni los conceptos, ni las teorías, parecen haber tenido la fuerza necesaria para acompañarnos en la decisión de tomar el riesgo de deshacernos definitivamente del modelo médico clínico que marcó el origen de la Educación Especial.

Norma Filidoro: Licenciada en Ciencias de la Educación (UBA). Magíster en Psicopedagogía Clínica (Universidad de León). Miembro de Fundación CISAM, dedicada a la atención de niños con diagnóstico de autismo y psicosis, actualmente: Supervisora clínica. Miembro de FePI, dedicada a la atención de niños con problemas en el desarrollo: actualmente, en la Coordinación de Docencia. Supervisora de Equipos Hospitalarios y de Centros de Salud de la Ciudad de Buenos Aires.


Es hora de cuestionar los etiquetamientos si queremos una escuela inclusiva... cuestionar es comenzar a inferir e internalizar que la escuela inclusiva es pensar en términos de niños en lugar de hacerlo en términos de síndromes, es dar lugar a esa medida imposible de lo incalculable, de lo imprevisible. 
Y para poder hacer semejante cosa debemos comenzar por abandonar el pensamiento relacional (paradigma de la simplicidad) para pensar en términos de complejidad. La escuela inclusiva debe exigir "cobertura completa" para todos, para que nadie quede "fuera de cobertura", "sin poder recibir ni hacer llamadas" (referencia al cap. 2 de D. Valdez, Ayudas para Aprender).
Edgar Morin (1921), pensador y escritor francés de destacada labor intelectual , nos dice sobre el pensamiento complejo:

Pensemos que aunque un niño presente una discapacidad, sigue siendo un niño como cualquier otro . La discapacidad no debería ser, por lo tanto, el eje de la problemática, sino que deberían evaluarse las capacidades que sí poseen estos niños y encontrar la manera de adaptar el método educativo a sus necesidades.


Por supuesto que es difícil... en este sentido, Valdéz confirma que es un entramado complejo a resolver... pero al mismo tiempo en su texto nos trae a Yohn Elliott (autor del libro El cambio educativo desde la investigación-acción)... que recurre, a modo de consejo para encarar esta difícil tarea de la inclusión educativa,  a una oración muy conocida:

... paciencia para aceptar lo que no se puede cambiar, valor para modificar lo que se puede y sabiduría para reconocer la diferencia. San Francisco de AsísReligioso y místico italiano, fundador de la orden franciscana.

Reyna G. Borzino
Intervenciones y Mediaciones
Postítulo Integración Escolar 2018